El campo de concentración de Sachausen está rodeado de alambre, cuya función fue propinar descargas eléctricas a quienes intentaran escapar. Este método era infalible si el tiro de quién vigilaba desde la torre erraba. Pasado el tiempo y viendo las penurias que tenían que soportar muchos prisioneros vieron en estos castigos su salvación, pero cuando las bajas llegaron a ser considerables (lo que racional y fríamente suponía menos dinero para las arcas) los dirigentes del campo decidieron eliminar las descargas.
Entre las instalaciones del campo, había además de barracones, la cocina, la lavandería, la zona de experimentación y autopsias, una cárcel (que se puede considerar la cárcel dentro de la cárcel, para los prisioneros a quienes querían sacar información) y la zona de la cámara de gas. Ahora lucen dos memoriales (uno levantado por los rusos en recuerdo a sus caídos y otro por los alemanes en recuerdo a las víctimas del Holocausto).
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