Se trata de una figura tamaño real que representa a Jesús como un vagabundo durmiendo en un banco de la plaza, ubicada en medio de un barrio de lujo rodeado de casas de clase alta.
La escultura muestra a un hombre acurrucado cubierto por una manta, cuyas heridas de la crucifixión en los pies son lo único que evidencian que es Jesucristo.
Mientras algunos felicitaron la iniciativa, otros no se mostraron tan contentos.
David Boraks, editor de DavidsonNews.net, asegura que “una mujer del vecindario llamó a la policía la primera vez que pasó por ahí. Ella pensó que de verdad era una persona sin hogar”.
Asimismo, cuenta que “otro vecino, que vive a un poco más abajo de la iglesia, nos escribió una carta al director diciendo que le asusta”. Cabe destacar que la escultura de bronce tuvo un costo de 22.000 dólares (12 millones de pesos) y fue adquirida en memoria de una feligrés llamada Kate McIntyre, quien era amante del arte público.
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