La catedral de León contó, desde la primera mitad del siglo XV, con un magnífico retablo mayor gótico que fue desarmado, quedando sus tablas dispersas en distintas parroquias de la diócesis. Realizado por Nicolás Francés, ocupaba los cinco intercolumnios centrales del presbiterio, compuesto de cinco calles y cuatro cuerpos, salvo en la calle central, que sólo tenía tres para cobijar un camarín de la Virgen, con dieciocho tablas grandes dedicadas a la Vida de la Virgen, la Vida de San Froilán, el Traslado del cuerpo de san Isidoro a León por san Alvito y el Martirio y traslado a Compostela de Santiago, además de otras veintidós más pequeñas en las entrecalles.
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