En el interior se encuentra una talla tardogótica de un Crucificado realizada en madera de nogal. Una tradición recogida en los Anales de Moret dice que cuando san Francisco Javier se encontraba al final de sus días como misionero en Oriente, el Cristo sudó sangre y desde entonces, se le atribuye un carácter milagroso. También se le conoce como el Cristo de la Sonrisa por los gestos de su boca y de sus ojos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario