El Imperio Romano nos dejó muchos avances a lo largo de sus siglos de existencia. Pero también dejaron batallas cruentas y lugares que para muchos son difíciles de imaginar a día de hoy. Uno de esos lugares horribles que existieron durante la Antigua Roma fue la Cárcel Mamertina, un lugar donde algunos de los enemigos de Roma pasaron sus últimos días.
Conocida por su nombre en latín, Tullianum, posiblemente nos encontramos ante la cárcel más antigua de Roma que, además, en la actualidad se puede visitar, aunque solo recomendable para los no claustrofóbicos.
Actualmente la Iglesia de San José de Falegnami se alza sobre esta cárcel que vivió sus días más gloriosos cuando encerró a enemigos ilustres de Roma como el galo Vercingetorix, que finalmente sería estrangulado entre las paredes de Mamertina.
Según los historiadores del mundo antiguo, esta cárcel se ocupó por los humanos en la Edad de Hierro, entre los siglos IX y VIII A.C.. Según algunos hallazgos arqueológicos, la cárcel se utilizó en los períodos de la república y monárquico de Roma, para pasar a ser un monumento en la época del Imperio.
Antiguamente cuando se referían a esta zona de Roma, se utilizaban dos nombres: Tullianum y Lautamiae, que correspondían al tipo de pena que los presos cumplirían en la prisión.
Los historiadores romanos atribuyen su creación a Anco Marcio, último rey de origen sabino de Roma. Aunque los historiadores más modernos la sitúan durante el primer saqueo de Roma por los galos, llevado a cabo alrededor del año 386 A.C.
Fue el sexto rey de Roma, Servio Tulio el que amplió el lugar a lo largo de sus 44 años de mandato -después fue asesinado por su propia hija, Tulia- y se sirvió de ella para encerrar a prisiones enemigos de Roma. Los más famosos enemigos eran ejecutados en la Cárcel Mamertina, aunque fueron muy pocos con el tiempo los que llegaron a estar encerrados en este horrible lugar diseñado para ocultar algunos de los piratas, ladrones, o jefes militares enemigos.
El propio historiador de Roma, Salustio, hablaba de este lugar como un sitio horrible y sucio, donde las personas sabían que iban para morir allí. «Contiene una sala inferior, llamada Tullianum, que se hunde a doce pies bajo tierra. Está cerrada por muros espesos y cubierta de una bóveda de piedra. Es un calabozo sucio, oscuro, infecto, cuyo aspecto era algo espantoso y horrible» explicó Salustio.
La cárcel estaba formada por dos niveles de profundidad. En el nivel conocido como Tullianum, el más antiguo, se sitúa en las profundidades del Foro Romano, y la era la parte más profunda de la cárcel. El nivel superior, conocido como Cárcer, fue construido posteriormente y se reformó varias veces durante la época republicana.
Los historiadores romanos reflejaron en sus escritos que era un lugar infernal, que despertaba terror para los enemigos de Roma ante la posibilidad de acabar en la Tullianum, ya que sometían a los presos a multitud de humillaciones, castigos y hasta ejecuciones por ahorcamiento o estrangulamiento.
Entre estos ilustres presos que pasaron por la Cárcel Mamertina, se encuentran Vercingetorix, uno de los líderes galos que más combatió a Roma durante la Guerra de las Galias. Fue ejecutado por estrangulamiento en la cárcel después del triunfo de César en el año 46 A.C.
Pero no fue el único que pasó por allí. Antes del jefe galo, Gayo Ponzio, líder de los sammitas fue arrestado y ejecutado en Tullianum; Yugurta, rey de Numidia, fue encerrado en la cárcel y murió de hambre, olvidado por todos en el agujero.
Otros presos importantes que pasaron por aquí fueron el recordado confesor de Tiberio, Sejano, que fue condenado y ejecutado después de perder el favor de Tiberio.
San Pedro estuvo encerrado en el lugar antes de ser crucificado.
Cuentan que incluso lo convirtió en lugar santo antes de morir gracias al agua del pozo que caída por las paredes. Esta agua la santificó y bautizó la cárcel que se convertiría en un lugar de peregrinación en la Edad Media.
A pesar de que el cristianismo se apropió del lugar por su poder santo, lo cierto es que no existe ninguna evidencia histórica de que San Pedro pasara por la cárcel y fuera después crucificado. Pero con el paso de los años, las reformas y la creación de dos iglesias, la de San José de Falegnami arriba y la de San Pietro in Cacere abajo, sirvió para que numerosos santos visitaran la cárcel como Felipe, Ignacio o Benedicto José Labre, santo francés conocido por ser un vagabundo que fue canonizado en 1881.
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