En el 42 d.C. Pablo de Tarso llegó a Sicilia, atracando a unos 12 Km de Mesina, siendo bien acogido por los mesineses. Pablo, además de predicar la palabra de Dios, les habló de la madre de Cristo. Cuando llegó la hora de volver a Palestina, una delegación de mesineses quiso partir con él, dispuestos a conocer a María y pedirle una bendición para su ciudad. Esta delegación habría estado compuesta por Geronimo Origgiano, Marcello Benefacite, Bruzio Ottavia y Centurione Mulè. El encuentro con la Virgen se habría producido el 3 de junio del año 42. Y no solo esto: la Virgen les habría dado una carta para que la llevasen a su tierra, escrita en hebreo y atada con un mechón de su pelo. El texto, traducido posteriormente al latín, sería el siguiente:
“María Virgen, hija de Joaquín, muy humilde sierva de Dios, Madre de Jesús Crucificado, de la tribu de Judá, de la estirpe de David, ¡salud a todos los Mesineses y bendición de Dios Padre Omnipotente! Nos consta, por público instrumento, que todos vosotros con gran fe habéis a nosotros enviado Legados y Embajadores y confesáis que nuestro Hijo, engendrado por Dios, es Dios y Hombre, y que después de su resurrección subió al cielo, conociendo vosotros la vía de la verdad por medio de la predicación de Pablo Apóstol elegido. Por lo cual, bendecimos a vosotros y la misma ciudad de la cual Nosotros queremos ser perpetua protectora.
De Jerusalén, en el año 42 de Nuestro Hijo. Indicción 1 luna XXVII”La frase ‘bendecimos a vosotros y la misma ciudad’ “Vos et ipsam Civitatem benedicimus” puede leerse en una estela votiva en el puerto de Mesina, coronada por una estatua de la ‘Virgen de la Carta’ (La Madonna della Lettera), para significar la importancia de esta virgen para la ciudad. La carta habría sido traducida del hebreo en el siglo XV por Costantino Lascaris, un erudito que huyó de Constantinopla cuando esta ciudad cayó en mano de los turcos. En Mesina fundó una escuela de letras y se cree que a partir de ese momento empezó a desarrollarse el culto a la Virgen de la Carta. O puede que más tarde, en 1716, cuando fue hallado el texto árabe de la presunta Carta de la Virgen a los mesineses dentro de un código siríaco y fue traducido por el maronita Don Giuseppe Assemanni, encargado de la Santa Sede para la interpretación de las lenguas orientales. Esta traducción fue después llevada a Mesina por el monje basiliano Gregorio Arena.
Por lo visto, la carta fue conservada celosamente en la ciudad y escondida con posterioridad durante la persecuciones contra los cristianos. Según la tradición, la carta original fue finalmente hallada en el archivo público en el 430. Pero ya no existe, habiendo quedado probablemente destruida durante el incendio de la catedral, de 1254, o por el terremoto de 1693. Pero aunque la carta se destruyó el mechón de pelo tuvo mejor suerte ya que fue el que la misma María utilizó para atar el pergamino. Es llevado en procesión en el día del Corpus Christi, sobre el ‘Vascelluzzo’ (pequeño navío), del que hablaremos después, mientras que el simulacro en plata de la Virgen con en mano la carta, es portado en procesión el 3 de junio.
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