Para acceder a la cripta hay que pasar primero por el museo, incluido en el precio de la entrada. Podría parecer un mero trámite, pero te recomendamos que te detengas un poco, en lugar de pasar corriendo camino a la cripta. Al fin y al cabo, son solo siete salas. No te va a llevar tanto tiempo, ¡y hay sorpresa!
La primera sala está dedicada al complejo conventual de los capuchinos, su construcción por parte de la familia Barberini y su historia. La segunda, la tercera y la cuarta versan sobre la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, sus santos y su cultura y espiritualidad, con algunos indumentos y objetos de uso litúrgicos de los capuchinos o la llamativa acuarela del Cristo sangrante del siglo XVI.
En la quinta sala es donde llega la sorpresa: la joya de la corona del museo. Hablamos del óleo de San Francisco de Asís en meditación de Caravaggio, realizado para este convento de los capuchinos.
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