En los documentos más antiguos se registra como titulus Anastasiae, quizás con referencia a la anastasis (en griego Resurrección) más que al santo, cuyo nombre aparece por primera vez en el Sínodo del 499. La basílica está ligada por tradición a la predicación de San Jerónimo y de San Leone Magno.
La iglesia fue restaurada varias veces a lo largo de los siglos: la iglesia moderna debe su forma al Papa Urbano VIII Barberini, quien ordenó su restauración en 1636.
En el siglo XIX, los Papas Pío VII y Pío IX encargaron más restauraciones. De apariencia simple, el exterior de la basílica presenta dos órdenes flanqueados por campanarios gemelos. El interior de tres naves alberga, en el artesonado, el Martirio de Santa Anastasia de Miguel Ángel Cerruti y el lienzo del siglo XVII de Pier Francesco Mola, que representa a San Juan Bautista en el desierto.
Debajo del altar se encuentra la estatua yacente de Santa Anastasia, obra de inspiración berniniana del siglo XVII. En una sala blindada, un relicario del siglo XVII alberga las preciosas reliquias del manto de San José y parte del velo de la Virgen: la tradición dice que proceden de Jerusalén y fueron traídas a Roma por San Jerónimo.
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