El acceso al claustro gótico-renacentista desde el Obradoiro se hace por una planta baja con salas arqueológicas que salvan el desnivel del terreno, pues el claustro propiamente dicho se ubica en la primera planta si se mira desde la plaza.
En estas salas se muestran los hallazgos de las excavaciones practicadas en la tumba del Apóstol y bajo la Catedral, que desenterraron restos del pasado romano y de las basílicas prerrománicas. En las salas dedicadas al Románico, además de repasarse la construcción de la actual catedral, llama la atención un tramo in situ de la antigua rúa de Valladares, conservada tal como estaba en el s. XV junto al anterior claustro románico. Allí destaca principalmente la reconstrucción parcial del coro de piedra del Maestro Mateo, que ocupó desde el s. XIII hasta el s. XVI la nave central de la Catedral. Obra única en toda Europa, se componía de sillerías baja y alta para el culto y la oración de los canónigos, con una fachada exterior que mostraba la visión apocalíptica de la Jerusalén Celeste. Cuando fue desmontado, algunas de sus piezas se añadieron a la fachada de la Puerta Santa y otras sencillamente se destruyeron. La reconstrucción de 17 sitiales, la cabecera y parte de la fachada permite imaginar el magnífico conjunto y su rica iconografía, en la que se ordenan profetas, apóstoles, coros de ángeles y un bestiario medieval.
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