El recinto monástico conserva la estructura original, sobria y luminosa como toda la arquitectura cisterciense. La iglesia románica es el edificio principal, con un claustro en torno al cual se reparten las estancias: sala capitular, cillería (almacén), cocina, refectorio y calefactorio. Buena parte del conjunto ha experimentado sucesivas reformas, de manera que los elementos románicos conviven hoy con los góticos, renacentistas e incluso barrocos.
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