En 2002 el escultor Juan de Ávalos recibió el encargo de la Abadía del Valle de los Caídos de realizar un Cristo Resucitado para el cementerio de los religiosos benedictinos ubicado en dicha abadía, en el municipio madrileño de San Lorenzo del Escorial.
Ávalos, que había alcanzado gran notoriedad precisamente por las esculturas que adornan la Basílica de la Santa Cruz del Valle, representó a Cristo en el momento de alzar el vuelo hacia las estrellas, con los pies ya en el aire.
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