Nuestra congregación nació en Barbastro (Huesca) el 27 de enero de 1873. Recibió la inspiración del Espíritu el sacerdote seguntino Saturnino López Novoa quien, con la ayuda y colaboración de Teresa Jornet, puso en marcha la obra.
Saturnino López Novoa descubre el carisma a través del contacto con los pobres en el ejercicio de su ministerio sacerdotal. Éste toma un impulso definitivo en el año 1872 cuando en los primeros días de enero, acoge en su casa a una anciana enferma, la Sra. Antonia, que vivía sola, abandonada, y fallecerá envuelta en los cuidados que requería su estado, el día 7 de abril de ese mismo año en la casa de Saturnino.
El Señor se sirve de la Sra. Antonia para mostrarle con más nitidez sus caminos, como nos cuenta él mismo:
“En una tarde de los días próximos al fallecimiento de la Sra. Antonia, salí de paseo solo, según costumbre, y pensando en lo ocurrido con ella, principié a discurrir del siguiente modo: Vea Ud. me decía a mí mismo, si lo que se ha hecho con esta pobre mujer pudiera hacerse con tantos otros ancianos pobres y abandonados a sí mismos, que, careciendo de todo recurso y asistencia, llegan a morir sumidos en la mayor tristeza, ¡cuán aceptable no sería por Dios, nuestro Señor, la obra de recogerlos, cuidarlos y asistirlos!. Al poco tiempo recordaba los muchos casos que, como el de la Sra. Antonia, había presenciado en Barbastro, cuando me hallaba de cura principal, y a los pocos momentos me asaltaba la idea de lo conveniente que sería la fundación de un Instituto religioso de mujeres, que tuviera por objeto recoger a ancianos pobres y desvalidos de ambos sexos, cuidarlos y asistirlos en lo espiritual y corporal. Pero esto, me decía, es una grande empresa, y yo no podría realizarla. Sin embargo, la idea concebida en aquella tarde me fue persiguiendo cada día un poco más”.
Teresa Jornet pasó accidentalmente por Barbastro, donde conoció al sacerdote Pedro Llacera. Éste, con amplia experiencia en la labor pastoral, descubrió en una primera conversación con Teresa Jornet sus valores excepcionales.
Le expuso el proyecto de la nueva fundación que llevaba en mente D. Saturnino, gran amigo suyo, y le invitó a integrarse en ella. Teresa sintoniza plenamente con la iniciativa de D. Saturnino y, en el servicio al anciano necesitado encuentra el camino para llevar a cabo sus aspiraciones de entrega total a Dios.
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