El Santuario de Santa María La Real, construido en el siglo IX, fue restaurado en 1962 y cuenta con un atrio en el que hay abedules, arces y serbales.
En los alrededores hubo un monasterio del que hoy sólo queda la iglesia, que disponía de un mesón-hospital para atender a los peregrinos, en funcionamiento hasta 1858. Cuenta la leyenda que en los días de niebla los monjes hacían sonar la campana para orientar a los caminantes perdidos.
El templo de Santa María La Real, fundado por el conde de Aurillac, es el monumento más antiguo de la ruta jacobea íntegramente conservado, aunque cabe señalar que la actual fachada no es la original. La iglesia, con muros muy gruesos, consta de tres naves de dieciocho metros de longitud, separadas por dos anchos pilares a cada lado, rematadas en una triple cabecera. Los ábsides son rectangulares y no tienen vanos, algo que se explica por las difíciles condiciones climáticas de la zona. En el interior alberga dos capillas, destacan una gran pila bautismal, del s. XVIII, en la que el sacramento se imponía por inmersión, una figura de la Virgen de O Cebreiro, del siglo XII, dos enterramientos antropomorfos y un relicario que fue regalado por los Reyes Católicos cuando viajaron a Galicia en 1486. La pieza guarda un grial y una patena.
Esta iglesia es uno de los monumentos más antiguos del Camino de Santiago y a ella está ligada la "leyenda del Santo Grial o del Santo Milagro ", datada alrededor del año 1300. La historia cuenta que al cura de O Cebreiro, hombre de poca fe, le resultaba increíble que en el acto eucarístico, el pan y el vino se convirtieran en carne y sangre de Cristo. Un día pronunció sus dudas en voz alta en presencia del único devoto que había ido a la iglesia, dada la fuerte nevada que estaba cayendo, cuando la hostia enrojeció y se convirtió en un trozo de carne y el vino en sangre, y la Virgen se inclinó ante el milagro. Dicen que el oficiante, al verlo, se derrumbó y murió. Como reliquias de este milagro medieval, que llegó hasta el viejo continente y Wagner se inspiró en él para componer su ópera Parsifal, se pueden contemplar unas pequeñas ampollas de vidrio, además del cáliz de plata y una patena, que datan de la segunda mitad del siglo XII, citados anteriormente.
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